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enero
2004
Nº 109

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Estantería
NARRATIVA HISPÁNICA
La señora Lubomirska regresa a Polonia
Avelino Hernández
Espasa, Madrid, 2003
142 págs., 12 €
Igual que lo hiciera la protagonista de Mientras agonizo,
de Faulkner, la moribunda octogenaria polaca Helena Lubomirska repasa,
obsesiva en su delirio, los momentos que marcaron su vida. Fragmentariamente,
y con una parcialidad inicial que se va deslizando hacia algo muy próximo
a la última verdad, la anciana relata para vivos y muertos (la
pareja que acaba de adquirir su casa, pero también sus familiares
fallecidos) los acontecimientos que determinaron su existencia: de acomodada
hija de un terrateniente polaco pasa a perderlo todo y a formar parte
de la resistencia patriótica, ama a un judío del gueto de
Varsovia, padece el cautiverio en Auschwitz y vive una suerte de exilio
insular con su esposo inglés, al que sobrevive treinta años.
Avelino Hernández (Valdegueña, Soria, 1944) aborda en esta
novela algunas de las mayores tragedias humanas del siglo xx y sobre las
que la mayor parte de los autores españoles contemporáneos
ha pasado de puntillas.
Esto la convierte en una obra singular que, además, desarrolla
esos asuntos de modo ciertamente verosímil y los enlaza con una
serie de sentimientos feroz y mezquinamente humanos capaces de poner en
pie y como personaje de cuerpo entero a Lubomirska. Paradójicamente,
Hernández consigue mediante el empleo reiterativo y circular del
monólogo que la voz de la anciana -crecientemente desazonada y
agitada por la inminencia de la muerte- envuelva en la intriga de las
sustanciosas revelaciones con que va enriqueciendo lo relatado una y mil
veces. Pero el personaje adquiere mayor profundidad conforme sus últimas
aproximaciones al recuerdo lo despojan de hipocresía y lo enfrentan
con la crueldad de unos hechos cuya dimensión negó en el
pasado y cuyo significado ha permanecido deliberadamente ignorado hasta
que ella es capaz de sincerarse por fin consigo misma. Ahora es ya libre
de reconocer su admiración por la hermana comunista proscrita por
la familia, así como que su única felicidad fue la vivida
con el judío Martín, que su hermana mayor -colaboracionista-
tal vez mereciera piedad, que erró al preferir al pretendiente
aristócrata e impotente al atractivo pero ordinario militar norteamericano
y que su único acierto vital fue unirse a la resistencia patriótica.
Ésta es la novela de un proceso de autoconocimiento y de un personaje,
Helena, que no llora nunca, que siente asco de los negros, que no se sintió
querida, que se retrata en su resentimiento, sus prejuicios y su orgullo
clasista, pero también se redime a través de los remordimientos
y las iluminaciones finales que alcanza antes de que la muerte la sorprenda
desvalida y con la única compañía de su querida perra
Miska.
Ana Sousa
EL DÍA QUE ME VAYA NO SE LO DIRÉ A NADIE
Kiko Amat
Anagrama, Barcelona, 2003
212 págs., 14,50 €
Ésta es la primera novela del autor y parece escrita
a golpe de tintero. Desde la primera página llegan, como espumas
de otros días, ráfagas de un estilo no muy común
en la novela española actual: Boris Vian, Anthony Burguess, Richard
Brautigan, Colin Mc Innes. Kiko Amat (Sant Boi, 1971) se inscribe con
aplomo en una tradición de humoristas negros y surreales cuya rabia
es tanto lingüística como social: dándole la vuelta
a las frases, le da vueltas a la sociedad.
El día que me vaya no se lo diré a nadie cuenta la historia
de dos jóvenes barceloneses de veintilargos años -Julián
y Octavia- que arrastran una vida con la que les resulta imposible sentirse
realizados. A lo largo de tres días, las tres partes de que consta
la novela, estarán a punto de iniciar una relación que les
sirva como punto de fuga hacia una vida menos gris, una vida que prometa
más canciones, más momentos breves e intensos. De ahí
que contenga setenta y ocho capítulos muy breves que le dan a la
novela su tempo repentino. Ese estilo tan musical está en consonancia
con la melomanía de Julián: empleado sin vocación
de un holding de librerías, miembro de un círculo de amigos
ya crónico, cuyo punto de fuga consiste en ser un quijote de la
música underground. La tragedia de Octavia también es acústica.
Ella es vendedora de voces: la del metro, la de los bancos, la de las
empresas telemáticas. Es la voz del sistema y odia minuciosamente
su trabajo. Con esos puntos de partida se urde una trama que tiene sus
pros y sus contras. Y es que esos personajes, más dados a lo ideal
que a lo real, cuentan no tanto una historia de amor, como su comienzo
nunca consumado, del mismo modo que el Tristam Shandy no llega a relatar
nunca la vida del protagonista, sino las interminables digresiones que
lo preceden. En un mundo donde prima el hecho empírico, está
bien que los personajes busquen la intensidad no consumada: no el "erotismo
fácil, sino la pureza brillante y sin rastro de las canciones".
Ésa es su rebelión. Aún así, sería
bueno que la rabia que subyace en la novela se ensamblara en una trama
más sólida y más dolorosa, con repercusiones más
hondas. Da la impresión de que a este francotirador se le han desviado
varios perdigones fuera del blanco: hubiera valido la pena que su mala
uva perdiera algo en ritmo, y ganara algo en concentración dramática.
Con todo, hay que saludar esta obra como una novedad muy interesante:
idealista, brillante, musical y malintencionada.
Oriol García Rovira
TIERRA PROMETIDA
Gonzalo Hernández Guarch
El Cobre, Barcelona, 2003
426 págs., 21 €
En 1917, a los cuarenta años, David Cohen cambia
de vida. Tras la declaración Balfour, en la que el gobierno inglés
se muestra favorable al establecimiento en Palestina de un hogar nacional
para el pueblo judío, y después de varias conversaciones
con el líder sionista Weizmann, este hombre educado en Oxford,
casado y con una hija de siete años, decide abandonar una existencia
cómoda en el West End londinense para instalarse en Jerusalén
y participar como pionero en la construcción de los cimientos de
la patria judía.
A partir de este hecho, G. H. Guarch -que con anterioridad ha fabulado
sobre el conflicto yugoslavo en Historia de tres mujeres. Crónica
de una guerra, integrismo islámico en la Argelia contemporánea
en El jardín de arena o el Egipto republicano en Las puertas del
paraíso- se adentra en la recreación novelesca del proceso
que condujo al reconocimiento del Estado de Israel en 1948, hilvanando
un argumento en el que simbólicamente se entrelazarán la
historia judía reciente y la personal y familiar del protagonista.
Siguiendo una periodización de manual, Tierra prometida se esctructura
en cuatro partes que se corresponden con cuatro momentos fundamentales
de la historia contemporánea del pueblo judío: "Los
sueños (1917-1930)", centrada en la lucha con los restos del
Imperio otomano; "La Bestia (1930-1938)", sobre la gestación
del nazismo en Alemania; "El duro camino hacia un sueño (1939-1942)",
ambientada en la Alemania nazi, el fin del nazismo y la llegada de muchos
supervivientes a Israel; y "Conseguir un Estado (1943-1948)",
sobre los años inmediatamente anteriores a la proclamación
del Estado de Israel por la Asamblea de las Naciones Unidas. Con una voluntad
narrativa que no termina de cuajar, G. H. Guarch incrusta experiencias
de distintos miembros de la familia Cohen en los acontecimientos históricos.
Desde el secuestro de la hija de David por un turco o el asesinato de
su esposa Rebeca a manos de los palestinos, hasta la militancia terrorista
de James, el hijo menor.
Nada que objetar (¿acaso no vale todo en el género novelístico?)
si no fuera porque, en Tierra prometida, el trabajo propiamente literario
(de elaboración de personajes o de creación de situaciones,
por ejemplo), queda supeditado a la exposición de unos acontecimientos
históricos que se ve reforzada por la intervención de personajes
históricos reales, desde Weizmann o Theodor Herzl, Golda Meir,
David Ben Gurion o Menachem Begin. Bien escrita y bien estructurada, el
lector se halla ante una novela histórica que proporciona cuantiosa
información, pero que, por desgracia, no es más que uno
de esos artefactos literarios que tanto criticó Faulkner.
Lea Bonnín
LOS DÍAS FRÁGILES
Carlos Pujol
Edhasa, Barcelona, 2003
210 págs., 16 €
Aparece ahora la última novela de Carlos Pujol,
Los días frágiles, un bello título que suena a poemario
y sirve para resumir una historia poblada por curiosos seres igualmente
tendentes a lo quebradizo, a lo inconsistente, a lo amenazado; pues a
todos ellos les duele sobre todo, al margen del drama colectivo que supone
la atmósfera bélica, la herida personal que conlleva el
juego mismo de la existencia. Huyendo de la épica del drama, Pujol
nos presenta sus criaturas como un grupo heterogéneo de tronados
lúcidos, unos personajes entrañables que aguardan entre
escépticos e indignados la entrada de las tropas alemanas en el
París de la segunda gran guerra, intentando conservar en lo posible
su cotidianidad como un modo de afirmar la normalidad, algo que no siempre
les será posible puesto que la vida alterada les conducirá
a situaciones delirantes y hasta absurdas.
El escenario de esta historia bien podría ser el de ese París
sitiado por los nazis en Casablanca, mientras Sam canta aquello de "El
tiempo pasará". No lo es porque Pujol, sin esconder su evidente
guiño a las clásicas películas de cine negro de los
cuarenta y a los grandes autores de novela del mismo estilo, evita conscientemente
el peligro del tópico tan común en los libros actuales de
espías e intrigas varias. La obra es una curiosa historia de aventuras,
un homenaje personal al género más o menos noir que se extiende
también a otras devociones literarias (y no sólo francesas).
Incluso algunos de los más logrados personajes, el excéntrico
y ninguneado escritor Gaston Brulé, el ciego que más ve
Jean-Luc o la enigmática femme fatale Athénaïs, pueden
parecernos excelentes estereotipos y hasta evocarnos rostros de intérpretes
cinematográficos míticos. Pero Pujol sabe dónde acaba
el débito y dónde debe comenzar el propio imaginario. Por
ello se vale de la voz protagonista de Maxime, joven exiliado español
que en realidad se llama Paco, y de unos ágiles, socarrones e ingeniosos
diálogos para imponer su estilo primoroso y eficaz, desplegando
así su mundo literario, un lugar propio donde predomina una veta
irónica que nos recuerda al primer Mendoza y nos evoca a ciertos
escritores europeos que el catalán conoce bien.
Los días frágiles supone el adiós emocionado a una
época que se intuye feliz. También es una novela divertida
que no esconde el juego malabar de géneros ni sus devociones literarias
al tiempo que, a través de ese
adolescente exiliado, reafirma su propia voz ofrecién-donos una
particular y desenfadada visión de un episodio histórico
escasamente tratado en nuestras letras, muy distinta de la implicada novela
testimonial del
exilio español.
Quienes desconozcan hasta hoy la generosa narrativa de este autor se sorprenderán
gratamente. Tampoco sobran obras que se lean de un tirón. Pujol
lo logra aquí y por ello se merece el más amplio crédito
como novelista.
Diego Prado
NARRATIVA EXTRANJERA
MIS AMIGOS
Emmanuel Bove
Pre-textos, Valencia, 2003
145 págs., 15 €
Emmanuel Bove es uno de esos escritores que disfrutaron
en vida de un éxito considerable para, con el paso de los años,
quedar poco o poco olvidado. Bove fue obrero antes que hombre de letras,
periodista y escritor "a tanto la línea" (que firmó
con el pseudónimo de Jean Vallois) antes que auteur à la
mode. Redescubierto en la actualidad por escritores como Peter Handke
-quien ha traducido al alemán este mismo libro-, la editorial Pre-textos
hace lo propio y la recupera en una traducción excelente.
En 1921, Emmanuel Bove se marcha a Austria a vivir con la que fue su primera
esposa. Allí nace su hija Nora (con la que aparece en una bonita
estampa en esta edición de Pre-textos) y comienza a escribir sus
primeros libros, entre ellos Mis amigos. Inmerso en el periodismo, en
1923 enviará un texto (Crime d'une nuit) al periódico Le
Matin, donde por aquel entonces Colette se hacía cargo de los cuentos.
Ésta le pide publicarlo en la editorial Ferenczi y Bove le entrega,
sin embargo, Mis amigos, que cosecha un gran éxito.
Se cuenta que el mismísimo Rilke expresó su deseo de conocer
a Bove, un deseo que el autor de las Elegías de Duino pudo satisfacer
el último día de su estancia en París, allá
por 1926. También Sacha Guitry contribuyó a su popularidad
publicando un artículo elogioso sobre Mis amigos.
En este libro, Emmanuel Bove narra la vida de un pobre hombre en busca
de amigos y un poco de fortuna. Una nouvelle en la que Bove pone a Bâton,
su protagonista, como observador, primero desde su propia habitación
de hotel, y expandiéndolo luego a su universo vital, circunscrito
a la ciudad de París (que vive hoy día en las imágenes
que el fotógrafo Atget dejara impresas: los largos bulevares, las
calles del Barrio Latino, los muelles del Sena). Fogonazos que Bove ofrece
a través de frases cortas y contundentes, algo que a menudo recuerda
al estilo periodístico. De este modo, y a través de un desdichado
Bâton, que sufre en sus carnes la incomprensión de aquellos
que le rodean, el escritor pone en escena a un personaje libre, tan necesitado
de amor como cualquiera. Solo, sin embargo, y con dificultades para ser
aceptado por los demás, ya que su libertad no será fácil
de digerir, ya que resulta incómodo para la conciencia del que
se sabe esclavo de la necesidad y las circunstancias. He aquí el
hallazgo al que nos somete el autor.
Rafa Martínez
La ceremonia del masaje
Alan Bennett
Anagrama, Barcelona, 2003
118 págs., 11 €
Los mundos literarios de Alan Bennett comparten tres rasgos
esenciales: el sello de la nacionalidad, la visión mordaz y la
ligereza del entertainment televisivo y la comedia teatral. En su última
novela -el relato sobre "un acontecimiento muy británico"-,
el humor inglés se articula mediante un registro al más
puro estilo del show televisivo y una voluntad teatral que cristaliza
en todas y cada una de las acciones de los personajes. En sus momentos
álgidos, La ceremonia del masaje roza lo esperpéntico y
se aproxima a lo más descabellado, hilarante y cáustico
del mejor Tom Sharpe.
La obra contiene elementos característicos de las comedias de situación,
pero esta vez el escenario resulta ser algo atípico: la iglesia
anglicana. En ella se celebra el oficio conmemorativo por la muerte de
C. Dunlop, un masajista que ha mantenido relaciones sexuales de forma
asidua con miembros de ambos
sexos de la alta sociedad británica. La ceremonia atrae a un gentío
que es una "versión de Inglaterra"-principalmente una
versión de la Inglaterra más respetada y elitista-, y a
un alto mandatario eclesiástico que investiga la propiedad de unas
prácticas litúrgicas bajo sospecha. En la fórmula
propuesta por Alan Bennett, la religión y la alta sociedad actúan
como principios activos de un compuesto efervescente que hierve y salpica
y chispea. Sin embargo, al final de tanta ebullición, todo acaba
por desvanecerse en un líquido turbio de regusto muy agradable,
aunque leve y exiguo.
El ejercicio satírico acomete, tanto contra la Iglesia -por la
tolerancia ante la propia corrupción y decadencia moral-, como
contra una clase social cuya conducta, en el intento de salvar su reputación
y la integridad de las apariencias, alcanza la cumbre de la
ridiculez.
Ahora bien, por la naturaleza satírica de la obra, y por tratar
de forma exagerada una situación ya de por sí bastante improbable,
la vertiente crítica no llega a romper los muros de la ficción.
Cabe señalar que la dificultad para trascender lo novelesco y provocar
un escozor real en el lector, junto con el papel de un narrador que manipula
la información a su antojo y mueve a los personajes cómo
títeres por un escenario demasiado artificioso y premeditado, son
los dos aspectos que desmerecen una obra provocativa y de una excelente
comicidad que, a pesar de resultar un tanto inofensiva, cumple sobradamente
sus intenciones humorísticas.
Albert Grabulosa
LITERATURA CATALANA
La clau de tots els secrets
Roser Atmetlla
Quaderns Crema,
Barcelona, 2003
277 págs., 14 €
La primera novela de Roser Atmetlla, El nedador (Quaderns
Crema, 1998), recibió críticas muy positivas. Su obra, junto
a la de Toni Sala y Maurici Pla, abría nuevos horizontes a la literatura
catalana. Una literatura poco acostumbrada a esos personajes que se enfrentan
impotentes al desorden de la vida, de una subjetividad vacía. Ahora,
con La clau de tots els secrets, la autora parece haber defraudado las
expectativas iniciales. Ciertamente, en esta segunda novela se echa en
falta la claridad y la afinada introspección psicológica
de la anterior. Sin embargo, conserva su depurado tratamiento del lenguaje.
Un lenguaje que, ahora, se hace barroco, y da vueltas y vueltas alrededor
de una historia intrascendente: la de Anna, Helena, Isabel, Enric, Marcel;
la esposa engañada, la directora de hotel y amante múltiple,
su hermana y espejo, el vendedor descontento y marido infiel, el escritor
con una doble vida, personajes inmersos en una cotidianidad tediosa, enfrentados
por la posesión de una vieja casa junto al mar.
La alternancia entre el diálogo y el relato en tercera persona,
la introducción de una novela dentro de la novela, las cartas,
los titulares periodísticos; tanto aparato, resulta, a primera
vista, innecesario para abordar las relaciones de amor y odio entre hombres
y mujeres con escasos atributos. Y la trama inmobiliaria que se sobrepone
a la sentimental, en principio, sobra. Sin embargo, nada aquí es
gratuito. Roser Atmetlla (Blanes, 1963) sigue siendo la novelista inteligente
y arriesgada que apuntaba en El nedador. Aunque, aquí, se muestra
menos realista, más especulativa.
La clau de tots els secrets reflexiona sobre los males de nuestra sociedad.
Una sociedad evaporada, débil, paradójica, que hace del
mercado un lugar de privilegio donde el hombre se relaciona consigo mismo
y los demás. Los sentimientos ordenan, regulan y aseguran el intercambio
social. Las operaciones sentimentales de distinto signo (el amor, los
celos, la fraternidad, la envidia, la compasión, la crueldad) constituyen
una red que liga a los seres humanos. Pero los personajes de Atmetlla
muestran (como en su día los de Walser o de Musil) el carácter
mecánico de los sentimientos movidos por un aparato absurdo. La
compraventa de la casa familiar que centra toda la acción de la
novela no parece excusa suficiente para desencadenar tantas pasiones,
tanto teatro. Pero eso, precisamente, es lo que busca Atmella: crear un
espacio imaginario, un lugar de cartón piedra donde escenificar
una realidad de ficción, con protagonistas abandonados a la propia
inercia, normalizados, autosatisfechos, inofensivos.
Anna M. Gil
CABRAFIGA
Carles Hac Mor
Emboscall, Vic, 2003
44 págs., 4,80 €
Ataviado a menudo en rojo y negro como Stendhal pero sin
espejo, Carles Hac Mor (Lleida, 1940) se define como un "especimen
humano de sexo masculino que se distingue por la cabeza rapada y la grafomanía".
Poeta heterodoxo, innovador, transgresor y experimental, original y rara
avis en el panorama poético, y heredero de la tradición
de la vanguardia catalana, representada emblemáticamente por J.
V. Foix y Joan Brossa, Hac Mor no puede ser encasillado con facilidad,
por el mismo contexto en que se halla: una "época de inclasificaciones".
El planteamiento de género, la construcción del lenguaje
que es, al tiempo, su misma deconstrucción, y la fragmentación
discursiva, son tres de los elementos que hacen de la hipótesis
una tesis incuestionable.
Capaz de incorporar la performance multimedia en sus recitales, en Cabrafiga,
el poeta se sirve del collage y otros recursos textualistas para prestigiar
el lenguaje coloquial y dialectal más genuino y expresivo, o bien
con la intención de recuperar locuciones y léxico medieval.
La fe en la autonomía de la escritura lanza vertiginosamente al
poeta hacia el verso libre, a la ausencia de signos de puntuación,
a la constante búsqueda de "sesiones fraternales fonéticas",
y a la crítica política y social. La deconstrucción
del lenguaje discurre equidistante a la desintegración del yo,
quien, en plena crisis, construye el significante poético.
Con humor e ironía, lúdico y lógico desde el mismo
título, el poeta ofrece la dádiva interpretativa en la contraportada
a partir de dos entradas: del diccionario, cabrafiga, el fruto de un sicorio
parecido al ficus y el nombre de un linaje ampurdanés; y de propia
invención a partir del paratexto, "Carles Hac Mor". A
partir de ese momento el lector, como alguien que llega a la ciudad, se
encuentra con una serie de enumeraciones caóticas. El verso se
estira en progresión matemática hasta confundirse con la
prosa. Hac Mor describe el mode d'emploi de sus textos, mientras nos pone
en situación de leerlos con total libertad.
Leyendas populares, aforismos, expresiones lexicalizadas, citas y un lirismo
oximorónico, constituyen el universo hipertextual de Cabrafiga.
El ideario político anarquista se programa a través de elementos
metonímicos como las barricadas, los panfletos liberes, los milicianos,
las sirenas, los bombardeos, los maquis o la revolución. El anticlericalismo
aparece a través del distintivo de porquerías y engaños.
Una crítica general a los "cánones pútridos"
y un estilo poético desconcertante pero valiente.
Anna Carreras
POESÍA
SIN PORQUÉ NI ADÓNDE
Carlos Marzal
Renacimiento, Sevilla, 2003
258 págs., 10 €
Puede ser un buen momento, a propósito de la aún
reciente concesión del premio Loewe al último poemario de
Carlos Marzal, para acudir a este volumen antológico, el cuarto
ya de la serie que Renacimiento ha consagrado a una serie de autores tan
conocidos como decididamente militantes del tipo de poesía por
el que la editorial siempre ha apostado. En la parte final de Sin porqué
ni adónde se ofrecen, sin ir más lejos, algunos de los textos
de ese nuevo libro, Fuera de mí. Inclusión nada gratuita,
más allá de criterios comerciales, en tanto que el pequeño
avance corrobora la línea evolutiva que apreciamos al recorrer
la selección preparada por Francisco Díaz de Castro, responsable
también del ajustado prólogo.
Que Carlos Marzal constituye uno de los nombres mayores de la actual poesía
española está fuera de toda duda, tal es su representatividad
generacional y el ritmo creciente de su prestigio desde que en 2002 obtuviera
el Premio Nacional con Metales pesados, título nacido con vocación
de clásico. Y lo es acaso, al menos así me gustaría
creerlo, por su capacidad para trascender los estrechos límites
de la "poesía de la experiencia" -lo lamento si el uso
de esta expresión está haciendo rechinar ahora mismo la
pupila a algún lector-, ya en ciertas piezas de sus tres anteriores
obras: El último de la fiesta (1987), La vida de frontera (1991)
y Los países nocturnos (1996), cada vez menos dependiente de la
anécdota, preocupado por revestir de una peculiar trascendencia,
descreída aunque categórica, cualquier vivencia personal.
La excusa argumental de turno se queda en eso, en una excusa. Sobre ella
-bajo ella, a través de ella- el poeta teje una y otra vez las
mismas redes de desengaños y esperanzas, entre cuyos nudos sólo
han de quedar, tras la espuma de lo cotidiano, un puñado de agonizantes
certezas en forma de paradojas.
La escritura de Marzal ha servido en alguna ocasión para ejemplificar
la tan cacareada como discutible tendencia poética que algunos
críticos y muchos (jóvenes) autores se obstinan en instituir
como la más representativa de nuestro tiempo, casi connatural a
él. Me refiero, claro, a la que asegura apuntar hacia la disolución
de la frontera entre lo testimonial y lo órfico. Uno, que quizás
sea demasiado tradicional, prefiere seguir hablando de "poesía
de la experiencia" -nuevas disculpas- y constatar agradecido el denuedo
poco común con que nuestro autor trabaja para delimitar un territorio
propio e infranqueable, ajeno a cualquier sacrificio en honor al dios
de la "comunicación" y distante de cualquier veleidad
epigonal. Poemas vigorosos, de falsa transparencia, voz de largo recorrido,
necesariamente amarga por su insultante lucidez, clásica, insisto,
en el mejor sentido de la palabra.
Juan Salido Vico
ENSAYO
EL MITO DE LA IZQUIERDA
Gustavo Bueno
Ediciones B, Barcelona, 2003
319 págs., 16 €
Desde hace unas décadas, la izquierda -para sobreponerse
al fracaso- ha intentado renovar su ideario gracias a los esfuerzos, entre
otros, de Alec Nove, Peter Glotz, Norberto Bobbio, John Roemer, Agnes
Heller, Alain Touraine, Anthony Giddens, Oskar Lafontaine y un largo etcétera
entre los cuales hay pensadores españoles como Ludolfo Paramio,
Miguel Ángel Quintanilla, Ramón Vargas-Machuca o Ramón
García Cotarelo. Este proceso de renovación ideológica
ha sido perfectamente inútil y hoy la izquierda sigue tan desnuda
como ayer. Y, seamos claros, cuando la izquierda realmente existente -es
decir, la que aspira a gobernar y no sólo a montar el número
en la calle- se viste, lo hace, de forma mal disimulada, con los ropajes
de un liberalismo al que no cabe atribuir veleidades izquierdistas.
En este panorama desalentador para una izquierda sin norte sale al mercado
el último libro del filósofo Gustavo Bueno. Y recalcamos
la profesión de filósofo de Gustavo Bueno, porque El mito
de la izquierda es un trabajo eminentemente filosófico. Sostiene
el profesor Gustavo Bueno -utilizando criterios lógicos- que hay
dos grupos de izquierdas: definidas (radical, liberal, libertaria, socialdemócrata,
comunista y asiática) e indefinidas (extravagante, divagante y
fundamentalista). Unas izquierdas que nuestro autor rastrea, define y
codifica desde la Revolución francesa y las Cortes de Cádiz
hasta el movimiento antiglobalización. Y unas izquierdas que -según
afirma el filósofo- han sido incapaces de realizar su objetivo
histórico que no es otro que el racionalizar la humanidad. ¿Es
posible una nueva izquierda que lleve a buen puerto el programa? No, porque
para Gustavo Bueno la izquierda sólo parece interesada en apropiarse
del poder político. Las izquierdas, sí, han fracasado, pero
-según concluye el autor- han ganado una gran batalla: que la derecha
se sienta incómoda por motivos éticos y llegue a aborrecer
su nombre presentándose como centro. Ante tamaño consuelo,
cualquier notario certificaría el deceso de la izquierda. Y no
hay que ser notario para constatar el triunfo de una derecha -contra lo
que cree Gustavo Bueno, absolutamente desacomplejada- que sí ha
sabido conectar con el mundo y los ciudadanos, cosa que Gustavo Bueno
-como la izquierda- es incapaz de reconocer. Concluyo: me pueden tildar
de extravagante, divagante o fundamentalista, pero el caso es que la derecha
ha triunfado porque se ha aproximado -en la medida de lo posible, of course-
al programa de racionalización que según el autor es propio
de la izquierda. Pero la izquierda -que tiene el monopolio de la verdad-
nunca aceptará eso. Y, en lugar de aprender del adversario político,
sigue con sus verdades de toda la vida. Así le va.
Miquel Porta Perales
LOS INTELECTUALES EN CUESTIÓN.
ESBOZO DE UNA REFLEXIÓN
Maurice Blanchot
Tecnos, Madrid, 2003
124 págs., 8 €
Maurice Blanchot fue uno de los escritores más
personales de las letras francesas del siglo xx y, junto con Roland Barthes,
el "crítico" más influyente y respetado. Hombre
alejado por completo del circo literario y de la popularidad -sólo
conocemos de él una fotografía de su juventud-, protagonizó
un viaje ideológico que le llevó del inicial derechismo
de sus primerísimos escritos a la implicación y el compromiso
izquierdistas del 68. Como persona dedicada de forma obsesiva a la literatura,
a la escritura, no es de extrañar que Blanchot se ocupara también
de un tema recurrente desde hace ya más de cien años: los
intelectuales; es decir: ¿quiénes son, cuál es, si
es que la tienen, su función, su cometido en la sociedad actual?
No es éste, desde luego, un asunto nuevo, ni tampoco el autor de
El instante de mi muerte lo aborda con particular originalidad.
Blanchot, en Los intelectuales en cuestión, texto aparecido originalmente
en marzo de 1984 en el nº 29 de Le Débat y no destinado, en
principio, a su publicación, se remonta -es inevitable- al caso
Dreyfus, y valora las posiciones adoptadas por algunos de sus protagonistas
(en especial recrimina a Valéry su actitud), pero no introduce
ninguna reflexión decisiva sobre el problema. También menciona
a Heidegger, el maestro de Alemania, para algunos el mayor filósofo
del pasado siglo, y el rector que enaltece al Führer, que ve en Alemania
la encarnación del destino de Occidente, el canalla colaborador
del nazismo; mas Blanchot, desgraciadamente, apenas profundiza en el debate.
Señala en una nota, eso sí, que cuanto mayor es la importancia
que se otorga a la filosofía heideggeriana más perentorio
se torna dilucidar hasta qué punto esa filosofía era parte,
así mismo, del propio ideario nacionalsocialista. Pues resulta
una obviedad que la relevancia del caso Heidegger no reside en la ponderación
moral de un individuo particular -Heidegger como cualquier otro- sino
en establecer si la principal filosofía del siglo xx es, en resumidas
cuentas, el nazismo. Blanchot no se interna en tan peliagudo problema.
Esboza líneas a seguir, pues no más son estas breves páginas:
el esbozo (lo señala su subtítulo) de una reflexión.
Digresiones que no alcanzan la suficiente madurez, que quedan inacabadas,
tentativas, confusiones y algún hallazgo menor. Permiten adelantar
la dirección que Blanchot, de habérselo propuesto, hubiera
podido seguir, pero nada más.
No estamos, por tanto, ante uno de los textos mayores de su autor. Este
"testamento político" de Blanchot (así lo define,
tal vez exageradamente, Christophe Bident) incide en algunos elementos
que desde Dreyfus, desde La trahison des clercs de Julien Benda, son motivo
constante de meditación, y lo hace con la serenidad de un escritor
de primer orden, pero, inevitablemente, saben a muy poco, sobre todo teniendo
en cuenta la valía de quien las firma. Una cuidada edición
de Manuel Arranz -se añade al final una útil bibliografía-
de un esbozo de reflexión. Una tentativa.
Antonio García Vila
CÓMIC
España es tradicionalmente un país bien
nutrido de grandes dibujantes de cómic pero de muy escasos narradores.
Luis Durán (Oñate, 1967) es uno de ellos. Durán emplea
ambientaciones históricas para abordar problemáticas personales.
La portentosa capacidad de Durán para enredar la trama sobre una
cuidada estructura, acude en esta ocasión a los escenarios caribeños
para relatarnos con una prosa, que nada tiene que envidiar a la de Héctor
G. Oesterheld, la vida de Antoine. Existencia que, al igual que la del
resto de sus protagonistas, es vida-hacia-la-muerte; personajes que caminan
directos hacia la más fatal y postrera adversidad. Con luminosa
clarividencia, el propio Antoine declara: "Cualquier camino a seguir
es una trampa mortal." Antoine tiene la fortuna de descubrir un tesoro
y la
desgracia de no percibir recompensa por ello. Se venga, y en su fuga posterior,
se enrola en un barco pirata y por ello acabará ajusticiado. Durán
opone a este aciago destino de Antoine la existencia del paraíso,
ya pretérito en el tiempo pero eterno en la memoria, de la infancia;
al que recurre mediante cuentos populares imbricados en la narración.
Es pertinente comparar este tebeo con el anterior, Atravesado por la flecha
(Astiberri, 2002). Este Antoine nos parece un personaje más vaporoso
y con menos
empaque que el magnífico caballero medieval herido Bernard, que
deserta de la guerra en busca de un
paraíso incierto. En cambio, la estructura está mucho más
elaborada y lo onírico, lo simbólico y las narra-
ciones populares a las que tanto gusta recurrir Durán, están
mejor insertas en lo narrativo. En el dibujo también ha dado un
gran paso adelante. Ahora entinta con el uso de sombreados y ello le da
una mayor consistencia. Un lastre que presenta esta obra es un ritmo demasiado
moroso, más cinematográfico que historietístico,
que ha producido un engorde artificial del volumen. Fruto de estos devaneos
con el exceso son algunos cabos sueltos argumentales y algunos pasajes
por completo su- perfluos en los que sólo luce la documentación
histórica.
Estas objeciones no pretenden alejar a los lectores de Antoine de las
tormentas sino presentar este tebeo como una escala más de una
poética narrativa que avanza y se ajusta, que se modula y se afina
con aciertos y errores, pero con la vista puesta en el riesgo y la excelencia.
Luis Durán camina sobre el cable con una fe inquebrantable, sin
temor alguno al vértigo.
Quim Pérez
CÓmo se hizo
Blacksad
Juan Díaz Canales/Juanjo Guarnido
Norma, Barcelona, 2002
80 págs., 30 €
Blacksad. Artic-Nation
Juan Díaz Canales/Juanjo Guarnido
Norma, Barcelona, 2003
50 págs., 13 €
Cómo se hizo
Blacksad y Artic-Nation (ambos
en Norma, 2002) son secuelas de Blacksad, obra del tandem Díaz
Canales/Guarnido, de gran éxito entre los aficionados al género
negro. Se aborda en el primer volumen reseñado el work in progress
hacia el premiado Blacksad, reuniendo una entrevista con los autores,
los bocetos previos, los estudios escenográficos, los encuadres
desechados, el storyboard y los bocetos finales de todas y cada una de
las páginas del cómic original. Un proyecto editorial poco
habitual en nuestro entorno -no así en Francia o Bélgica-
que permite al lector adentrarse en las tripas del inteligente entramado
gráfico y narrativo de Blacksad (Norma Editorial, 2000).
Probablemente Cómo se hizo
Blacksad pueda parecer un producto
algo oportunista, una especie de entremés a la espera del siguiente
álbum de las aventuras del detective-gato. Prefiero pensar que
la publicación de este making-off es un acto de generosidad de
sus autores, una manera de mostrar el proceso de construcción de
un relato endeudado con el cine negro de los años cuarenta. Todas
las dudas quedan, además, disipadas cuando leemos el siguiente
título de la colección, Artic-Nation, en el que sus autores
derrochan de nuevo talento narrativo con el trasfondo del conflicto racial
norteamericano.
Juanjo Guarnido (dibujante de los estudios Disney de París) desvela
en Cómo se hizo
Blacksad su técnica, tan cercana y,
al tiempo alejada, del estilo gráfico que destila la compañía
americana. Estudia minuciosamente el encuadre, traza hasta el más
insignificante detalle, es buen fisonomista, domina tanto la puesta en
escena como el movimiento de los personajes, es un acuarelista notable,
y dirige su proyecto como si fuera el director artístico de un
film. Aún tratándose Blacksad de un cómic en color
con amplia paleta, la sensación del lector es la de asistir a un
clásico en blanco y negro. Algo parecido a lo que hizo Polanski
en Chinatown. Los guiones, de Juan Díaz Canales, se inscriben en
la misma tradición cinematográfica de, por ejemplo, los
duelos dialécticos de Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Blacksad
deviene un clásico del cómic negro a pesar de su reciente
historia, y en gran medida a refrendarlo parecen destinados los dos álbumes
siguientes. Como apologeta de lo inconcluso que soy, prefiero algunos
de los bocetos a lápiz a alguna de las páginas acabadas.
Por eso agradezco la publicación de este estudio, álbum
que sitúo por encima de su precedente. Eso sí, les recomiendo
encarecidamente, ahí no hay peros que valgan, la lectura del segundo
tomo de las aventuras del detective-gato.
Lluís Alabern
SOBRE LOS INTELECTUALES DE LA ANTIGLOBALIZACIÓN
Hacer visible lo oculto
Clemente Vázquez
Quizás uno de lo retos de la izquierda contemporánea
sea el de hacer visible lo oculto. No tanto el diseño de nuevas
estructuras socioeconómicas como el descubrimiento de nuevas vinculaciones,
de nuevas formas de ver la sociedad. Por lo menos así parecen proponerlo
algunas de las mentes encargadas de pilotar el núcleo pesado de
la izquierda que estrena el siglo. Naomi Klein y Toni Negri son dos de
los nexos de transición entre las miradas dogmáticas que
tanto abundaron en el pasado, y las nuevas actitudes de una izquierda,
digamos, más compleja. Así lo recoge la serie titulada "Intelectuales",
con la que se estrena la colección editorial de Campo de Ideas.
Y qué mejor inicio que el de proponer a dos ensayistas como Judith
Gociol y Néstor Kohan que acometan el análisis del talante
y del contexto histórico en el que Klein y Negri, respectivamente,
desarrollaron sus bases teóricas y las ideas que han acabado plasmando
en dos de los libros fundamentales para entender movimientos sociales
como el denominado antiglobalización: No logo (Paidós, 2002)
de Naomi Klein, e Imperio (Paidós, 2002) capitaneado por Toni Negri
con la ayuda de su discípulo Duke Michael Hardt. El formato y la
confección del análisis sobre los textos de ambos pensadores
son claramente pedagógicos, dirigidos tanto a un público
lego como al experto que busca síntesis ágiles. Estos volúmenes,
presentados como punta de lanza de la colección, nacen con vocación
de manual, no sólo señalando las más valiosas ideas
de los intelectuales seleccionados, sino aportando, además, glosarios
de palabras claves y direcciones de internet donde ampliar el escrutinio
sobre las tesis de dichos pensadores.
La argentina Judith Gociol conoció y colaboró estrechamente
con Naomi Klein en su visita a la Argentina. Es probable que por este
motivo el texto Naomi Klein y el fin de las marcas no se limite exclusivamente
a establecer una semblanza de la autora de No logo, sino que se convierta
en su perfecta compañera de viaje. Gociol filtra sus aportaciones
a las tesis de Klein con sumo acierto, consiguiendo que el lector la acompañe
en el trayecto de sintetizarlas y mejorarlas. El libro recorre una Realidad-mercado
entregada no al producto, sino a unas marcas que "por la fuerza de
su ubicuidad se convirtieron en un idioma internacional"; un entorno
social que depaupera a los países pobres e inyecta en los jóvenes
del norte la "droga de iniciación" que supone su consumo;
unas marcas cuya infiltración en la sociedad no conoce límites
"El último refugio público por el que pugnan las corporaciones
es la cultura", apunta Gociol en un intento de alertarnos sobre la
oportunidad de un texto como el de Klein. Parece llegado el momento, nos
sugieren Naomi Klein y Judith Gociol, de repensar las democracias, de
apostar por las sociedades civiles, por la libertad y la autonomía,
sin dogmatismos, sin prejuicios, sin monopolios ideológicos.
Algo más previsible resulta la labor ensayística de Néstor
Kohan en Toni Negri y los desafíos de Imperio. Muy interesante,
sobre todo para los lectores nacidos después del 68, el trayecto
trazado a través de la biografía política de Negri
con la que empieza Kohan su libro. Dicha trayectoria vital resulta imprescindible
para entender las aportaciones nada dogmáticas que, junto a sus
colaboradores, ha acabado vertiendo en textos como Imperio. "Este
pensador militante, a pesar de haber conocido junto a sus compañeros
la derrota, la soledad, la persecución, el exilio y hasta la prisión,
no ha renunciado a la esperanza." Quizás el mayor de los aciertos
del ensayo de Néstor Kohan sea el de desmantelar esa "verdad"
mediática que adhiere a Negri a la lucha armada de las Brigadas
Rojas. Los sesenta y los setenta fueron años de convulsión
y agitación y, si bien es cierto que Negri estuvo en el nódulo
de aquella escalera helicoidal, tampoco lo es menos que un entuerto de
corruptelas y acusaciones infundadas le han llevado tener que alternar
los encarcelamientos y los exilios a lo largo de su vida. Loable resulta
que a pesar de sus descalabros vitales, Negri haya conseguido con Imperio
uno de los más refrescantes relatos del pensamiento contemporáneo.
Naomi Klein y Antonio Negri son dos de los pilares de las alternativas
del proceso de globalización hacia el que parecen encaminarse grandes
sectores de nuestra sociedad. Pensadores activos, gestores de una "revolución"
que se filtra por los resquicios del capital. Podrán estas visiones
ser rebatidas o matizadas; podrán los análisis propuestos
desde esta colección ser tildados de complacientes. Pero resulta
irrefutable la necesidad de un ejercicio como el acometido por Campo de
Ideas, que nos promete análisis de la obra de Georges Bataille,
Edgar Morin, Pierre Bourdieu, Chomsky, Freud, Vigotski y un largo etcétera
de pensadores cruciales para entender la transición entre la postmodernidad
y el devenir.
Judith Gociol, Naomi Klein y el fin de las marcas, 128
págs., 6 € y Néstor Kohan, Toni Negri y los desafíos
de Imperio, 125 págs., 6 €, ambos en Campo de ideas, Madrid,
2002
COLECCIONES
ClÁsicos HispÁnicos
AUTOBIOGRAFÍA DE RUBÉN
DARÍO
Rubén Darío
Linkgua, Barcelona, 2003
127 págs., 13 €
DIARIO DE AMOR
Gertrudris Gómez de
Avellaneda
Linkgua, Barcelona, 2003
89 págs., 7,20 €
La editorial Linkgua cuenta con más de 750 libros
sobre estudios hispánicos y literatura. Esta nueva editorial contemporánea
se encarga de editar a los clásicos mediante tiradas cortas con
una propuesta de "libros a la carta" que permite la edición
de textos con notas propias para usos didácticos.
Autobiografía de Rubén Darío sobresale por la sinceridad
y el sarcasmo con que son abordadas las anécdotas sobre políticos
y la figura pública que encarnó este poeta. Asimismo, en
el fondo de Lingkua también encontramos el Diario de amor de Gertrudis
Gómez de Avellaneda: una narración amorosa, un estudio de
la seducción y sus estrategias, en el que se ofrece un testimonio
sobre el ideario sentimental de su tiempo.
El catálogo de Linkgua es accesible a través de la web de
Lateral (www.lateral-ed.es).
FILOSOFÍa
LO QUE NO SABEMOS DE LOS VALORES
Roman Ingarden
Encuentro, 2002
70 págs., 4 €
¿QUÉ SON LAS
CATEGORÍAS?
Jorge J. E. Gracia
Encuentro, 2003
84 págs., 4 €
Ediciones Encuentro ofrece una colección centrada
en temas claves de la filosofía: "Opuscula philosophica".
En ella encontramos breves ensayos en los que se intentan esclarecer no
sólo ciertos conceptos controvertidos del pensar, sino algunas
cuestiones relativas a temas ético-políticos. Éste
es el caso de uno de los ensayos, titulado Lo que no sabemos de los valores
de Roman Ingarden, en el que se considera el problema axiológico
del siglo xx; asimismo, se aborda la inducción al hombre a buscar
el saber y despertar el amor a la sabiduría. ¿Qué
son las categorías? De Jorge J. E. Gracia constituye otro ejemplo
de cómo esta colección consigue tratar un concepto filosófico
de gran envergadura de forma abierta y ordenada, desde sus raíces
metafísicas, teniendo en cuenta la controversia a lo largo de la
historia de la filosofía sobre dicho concepto.
siglo de oro
EL MUNDO SOCIAL Y CULTURAL DE LA CELESTINA
Editores: Ignacio Arellano y Jesús M. Usunáriz
Iberoamericana, Madrid, 2003
330 págs., 38 €
LOCA FICTA: LOS ESPACIOS DE LA MARAVILLA
EN LA EDAD MEDIA Y SIGLO DE ORO
Editado por: Ignacio Arellano
Iberoamericana, Madrid, 2003
460 págs., 45 €
La Editorial Iberoamericana en su apartado temático
"Siglo de Oro" publica dos Actas del Coloquio Internacional
que tuvo lugar en la Universidad de Navarra entre junio de 2001 y abril
de 2002. El mundo social y cultural de La Celestina nos muestra las realidades
sociales, mentales y económicas de su tiempo ofreciéndonos
así la posibilidad de comprender el complejo cambio cultural en
la España del Renacimiento desde una perspectiva histórica
y de crítica literaria. Por otro lado, Loca Ficta: Los espacios
de la maravilla en la Edad Media y Siglo de Oro, nos ofrece en casi treinta
ensayos temas como: los espacios de la maravilla en los dramas de Calderón
de la Barca, o en la obra de Cervantes, entre otros. Ambos libros dan
al lector una oportunidad para transportarse a los espacios literarios
de la Edad Media, el Renacimiento y el Siglo de Oro.
ExtranJerÍa
CONVERSACIONES CON
MUJERES DE ESCRITORES
José Tcherkaski
Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003, 182 págs., 11 €
El argentino José Tcherkaski avanza en el prólogo
la premisa que debe dirigir toda entrevista: la renuncia del entrevistador
a cobrar protagonismo, lo que se consigue formulando preguntas simples
y oportunas. Gracias a esta estrategia, este singular libro goza de excelente
salud. Las respuestas de seis mujeres que han compartido su vida con otros
tantos escritores rioplatenses rezuman autenticidad y pálpito vital.
No se ve por ninguna parte la mano del entrevistador dirigiendo las contestaciones
hacia un discurso previo, sino el testimonio dispar de quienes conocían
las claves personales de unos creadores que el lector conoció por
sus textos. Dos formas diferentes de conocimiento, como se ve. Así,
entre otras valoraciones y recuerdos, María Kodama confirma que
Borges también era un gentlemen en el ámbito doméstico,
Dorotea Muhr enseña el perfil perezoso de Onetti, y Elizabeth Mary
Shine comenta el mal humor de Roberto Arlt. Completan el volumen las también
interesantes respuestas de Marta Scavac, Elsa Sánchez y Flora Guzmán,
esposas de Haroldo Conti, Héctor Oesterheld y Héctor Tizón,
autores menos conocidos en España.
Roberto Valencia
icono
Nikos Panayotópoulos
Pólis, Atenas, 2003
280 págs., 12 €
La duda es el tema de predilección de Nikos Panayotópoulos.
Desde su primera novela, Ziggy de Marfan (1998), el lector no puede confiar
en lo que está leyendo. La obra de Panayotópoulos, siempre
jugando con la solvencia de sus narradores y voces, construye un mundo
el en cual la verdad no es única y universal, sino particular y
sujeta a interpretaciones. En El gen de la duda (1999) la historia del
escritor James Wright enfrentándose con el éxito y los progresos
de la genética ya dejaba al lector perplejo, buscando, al final
del relato, una moraleja que no encontraba fácilmente. En esta
nueva novela, ambientada en un mundo y una época diferentes, tampoco
podemos estar seguros de nada: a través de la historia de la última
noche, en 1940, de Juan el Huérfano, monje, eremita, hacedor de
milagros en un pueblo de Arcadia, y la intención de la Iglesia,
hoy, de canonizarlo, Panayotópoulos construye toda una reflexión
sobre la creencia popular, y la formación de las leyendas. ¿Cómo
los habitantes de un pueblo pueden llegar a odiar y intentar matar al
santo del cual ellos mismos, poco antes, eran devotos?¿Creía
el eremita, realmente, que hacía milagros? ¿Los hacía?
El único testigo de la última confesión del "santo"
cuenta, en una carta al obispo, lo que sabe. Una vez más, no se
creen nada de lo que leen.
Stratis Thalassinos
YELLOW DOG
Martin Amis
Jonathan Cape, Londres, 2003
288 págs.
A Martin Amis no hay quien lo pare. Con ésta, su
primera novela larga desde La información, parece haberle dado
una definitiva vuelta de tuerca a su escritura, creando una artefacto
de tintes joyceanos y armando un terrible revuelo en su país, en
el que sus seguidores y detractores parecen haber alcanzado un grado máximo
de controversia. Yellow Dog se estructura siguiendo las interrelaciones
de cuatro personajes principales: Xan Meo y su negativa transformación
de padre y marido de ensueño a depravado de la peor calaña;
Henry IX, insulso rey de Inglaterra chantajeado por la mafia; Clint Smoker,
gacetillero de tabloide, patético personaje en consonancia con
otros héroes de Amis; y Joseph Andrews, hombre violento de los
bajos fondos relacionado con el mundo de la pornografía. Martin
Amis parece haber querido responder a la moralidad cambiante del siglo
xxi con un libro también cambiante, sincopado y de una salvaje
comicidad. Se trata de un Amis elevado a la enésima potencia, dispuesto
a explorar lo que se puede y lo que no puede cambiar en este mundo: el
patriarcado y el edificio de la masculinidad al completo, con la violencia
que implica, las tortuosas alianzas entre hombres y mujeres, y el ingenuo
sueño de que podemos proteger nuestro futuro y a nuestra progenie.
Víctor Balboa
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