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enero 1999
Nº 49

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Poesía

El alfabeto de José Kozer
Rolando Sánchez-Mejías

 

"No quería ver nada y resoluto me volví a la poesía. Poseíaun stock de caireles: diademas en las íes." Néstor Perlonguer

José Kozer nació en La Habana en 1940 y en 1960 emigró a Estados Unidos. Enseñó lengua y literatura en el Queens College de Nueva York. Para su suerte, las antologías de la poesía cubana de la isla lo han olvidado por claras razones políticas, pues para pertenecer a la Literatura cubana, y por extensión a su poesía, hay que militar en alguna de sus innúmeras promociones o generaciones. Por otra parte, el exilio, que pudo haberlo esgrimido como el mejor-poeta-cubano ha preferido para esos menesteres a poetas de edad provecta, lenguaje transparente y pendencias históricas.
En cuanto a su poesía, el asunto se complica taxonómicamente: sus versos han sido todo el tiempo o demasiado cortos, o compactos y ajustados como clavijas (a la manera de Pound o de W.C. Williams), o demasiado largos y fluentes (a la manera de los salmos). En Latinoamérica, sin embargo, no tardaron en clasificarlo. La mayoría de las veces como "neobarroco", pues gozaba con el lenguaje (o mejor: el lenguaje lo gozaba a él), era un poeta culto (aunque tal vez le faltó un poco de Lacan al bacán), y de algún modo era hijo de Lezama Lima (o parafraseando a Severo Sarduy, Kozer era a Lezama lo que Lezama era a Góngora lo que Góngora era a Dios).
Ha publicado alrededor de quince libros (dicen las malas lenguas que escribe cuatro poemas por día), entre ellos: Padres y otras profesiones (Ediciones Villamiseria, Nueva York, 1972), Este judío de números y letras (Tenerife, 1975), El carillón de los muertos (Último Reino, Buenos Aires, 1988), Trazas del lirondo (Casa del Tiempo, México, 1993) y Dípticos (Bartleby Editores, Madrid, 1998).
Ahora vive en Málaga. (A ver si le pasa lo que al poeta cubano Gastón Baquero, que casi lo descubren en España después de muerto.)


POEMAS DE JOSÉ KOZER

Ab Initio

Frente a la sombra, un hueso.

Se desmorona, cales o harinas, una blanca anémona.

La abeja liba, del polen (ikebana) una docena de rosas blancas en el jarrón de porcelana.

Lianas y una brazada de ramilletes, lirios del valle.

Su sombra, en las paredes: el sol a su paso reconfigura los rastros de la sombra:
jaspes del azafrán del glauco del gris del siena
reconfiguran a su blancura la sombra, su
brillo más oscuro, adentro: una chispa, y
frente a la sombra, un hueso; y en el hueso
un muslo, dos concavidades nuevas, pezón
vientre cadera, gota primera de la sombra a
los huesos a los genitales.


Impostación

Fui, Graciela Kozer, indiscutiblemente.
Arrolladora y tanto
que José Kozer crepitó bajo mi sello rojo, gota
de la pupila.
Varón, espeso: tieso
a la hora en que vuelco los espejismos.
Lugar
en que yace: yo; la del Pincel la del diente dorado la
Cumbanchera
lo enlazo
aún a la nupcia del apellido.


Lugar (2)

A la mesa me sirvo un plato de arroz blanco con buganvillas.

En el alféizar una maceta de geranios (aún no son
[comestibles) al pie crece la
madreselva en una gran tinaja: y el búho mira,
se ensimisma la tórtola en su doble diapasón,
calla de pronto: el día y la noche, cuál viene
primero.
Como, tengo paciencia, mastico de la flor y del pájaro,
[me desgrano: una gran
fuente de olor de calabaza en el centro de la mesa. Esta
vez tengo hambre. Ese ensueño. Y de su ensueño
a la boca me llevo otro puñado de arroz blanco,
buganvilla, flores y frutos, la mirada del búho
insiste en el crecimiento de la madreselva.
Dormí. Dormí buena parte del día y dormí esta vez toda la noche: cantó el
gallo, abrí los ojos por esta vez en verdad de un extremo a otro
del rostro o tal vez de la mirada.
Entraron por la puerta cancela de una casa de campo los enjambres y de una
manada alguna bestia desorientada: y le di de
[comer de la mano.
Estoy hecho de porcelana, tengo fondo liso, soy
[cóncavo: picotean, zumban,
ríen y se desgranan en el calor del aire; anda, mosca, vete.
Y la vaca pasa su lengua por mis brazos mi rostro,
hombros y cavernas; áspera lengua: y rumia flores,
bayas, blancos puñados de arroz, muge y excreta
(muge y excreta) no sé en qué sitios y vegetaciones,
masticamos.


Gramática de mamá

En mayo, qué ave era
la que amó mamá: o habló de las mimosas.
Dice que no recuerda el nombre de los ríos que circunscribían
su pueblo natal: aunque
siempre se ahogaban
un varón y una hembra en verano un varón y una hembra
en verano. Menciona
una conversación
crucial con sus hermanas: son como amigas entrelazadas
por el meñique, se irán. Cuánto desánimo, aunque
en los camarotes,
haya un centro de mesa con frutas tropicales, sobre cubierta
hermosas meretrices que hablan un idioma gutural, no
les asombra
la aviación
ni el cable trasatlántico (letras) que atizan los gorriones
boquiabiertos o despiden
mariposas de luz. Llegarán
entre muchachos entalcados y con guedejas aromáticas que irán
diseminándose por Apodaca Teniente Rey Acosta,
acabarán
por adquirirun chiforrobe de caoba con unas iniciales tibias en la ropa interior
y que sirva
a la vez de caja fuerte. Se habrán establecido, pronto irán a
tutearse en los seminarios de sionismo, mamá
en un esmerado castellano.

Premoniciones para finalizar el siglo

En lo más crudo del invierno de 1981 encontramos en el único tiesto
vivo que quedaba en casa
una violeta
minúscula que en pleno día sin sol de sí arrojaba unas sombras
numerosas que se esparcían por el techo y por todas
las paredes
de la sala, desaparecían por las cuarteaduras y la hendija de las
maderas, nuestras
niñas
dijeron que se fugarían a los manantiales: no era
[vivamente todavía la
voz del hambre ni el diácono de las horas
que llegaban
en su yegua con sus numerosas navajas barberas a raspar las cabezas
o cepillar algún mueble cuyas virutas
traerían
a la memoria los años de abundancia en que el caracol echaba de sí
grandes
multiplicaciones
y la luz nos confundía con aquellos limones grandes como vejigas de
oro: mucho
nos desalentó
aquella flor y más aún la luz que caía sobre el plato
[rebañado con sus
vestigios de otra luz
a la que sucumbieron
las grasas dulces de nuestras mujeres en sus faenas,
[la cópula dorada
de nobles panes a la mesa y el enredo de cuatro peces quietos con